Sobre los GAL, quince años después
Clic aquí para leerlo en el Diario Noticias de GipuzkoaEstos días el senador del PNV Iñaki Anasagasti ha reproducido en su blog una serie de artículos de opinión que escribí en el año 1995 sobre los GAL y sus autores en el periódico El Mundo, cuando era miembro de su Consejo Editorial. A nadie se le escapa que el interés que tiene este recordatorio es como consecuencia del nombramiento del político socialista vasco Ramón Jáuregui, ministro en el actual Gobierno de España. No es pecar de soberbia intelectual, pero no tengo nada ni que quitar ni que añadir a lo que fueron esos 10 artículos más importantes de los cientos que he tenido la suerte de poder escribir estos años. Y con el tiempo de los que estoy más orgulloso también, porque entiendo que los que tenemos el privilegio de poder escribir opinión en un medio de comunicación lo tenemos que hacer poniendo ese saber/hacer al servicio de las injusticias y para criticar al poder, y la denuncia de esa barbaridad mereció la pena. Hoy, que brotan defensores de los derechos de las víctimas hasta de debajo de las piedras, no está demás señalar que entonces no fuimos tantos los que denunciamos taxativamente lo que ocurrió en las cloacas del Estado.
Hoy se supone que todo el mundo sabe lo que ocurrió, pero todas las oportunidades son lícitas para recordar a las jóvenes generaciones lo que fueron los GAL, rindiendo un homenaje a los que fueron sus víctimas y sus familiares. Los Grupos Antiterroristas de Liberación o GAL fueron agrupaciones armadas parapoliciales que practicaron lo que unos años después de conocerse los hechos nadie dudó en llamar terrorismo de Estado o guerra sucia contra ETA y su entorno, durante la década de 1980. Fueron creados y dirigidos por altos funcionarios del Ministerio del Interior de España, durante el gobierno del PSOE de Felipe González, con complicidades políticas desde la mismísima Moncloa, aunque esto último no pudiera demostrarse fehacientemente. Aunque decían combatir a ETA, en varias ocasiones atentaron contra simples militantes de la izquierda independentista vasca y contra ecologistas. También realizaron acciones indiscriminadas debido a las cuales fallecieron ciudadanos franceses sin adscripción política conocida. La investigación periodística sobre los GAL se inició en 1987 en este el periódico Deia de la mano de los reporteros Ricardo Arques, Juan Carlos Urrutxurtu y Andoni Ortuzar. Después, Diario 16 y, sobre todo, el diario El Mundo siguieron las investigaciones. Yo insisto siempre en estos detalles para recalcar que los GAL no fueron descubiertos como consecuencia de investigaciones de la Policía o de la justicia, ni de los debates en una comisión investigación parlamentaria, sino que fue obra de la temeridad de unos periodistas que actuaron con tesón en algún caso contra las directrices de las cúpulas de sus propios periódicos.
También hay que añadir que los GAL tenían modelos anteriores donde fijarse puesto que al final de la dictadura de Franco y la Transición española, con los gobiernos de Unión de Centro Democrático anidaron, la Triple A, el Batallón Vasco Español (BVE), los Comandos Antimarxistas, los Grupos Armados Españoles y Antiterrorismo ETA (ATE). Algunos actuaban por libre, simplemente tolerados, mientras que otros tenían apoyos por parte de altas instancias de los gobiernos en plaza. En sus cuatro años de historia, los GAL cometieron más de treinta acciones terroristas, matando e hiriendo a cerca de sesenta personas. Entre sus métodos habituales estaban la colocación de bombas en los coches, tiros en la nuca y ametrallamiento en los bares donde supuestamente se encontraban sus víctimas. Varias de entre ellas no tenían relación ninguna con ETA.
A aquellos escritos míos hoy resucitados por la generosidad de Anasagasti poco más se puede añadir en cuanto a los hechos se refiere. Este país no despunta por su ahínco investigador en los asuntos donde pueden vérselas en apuros sus cuerpos de seguridad del Estado y los políticos que los teledirigen. Quizás únicamente señalar que en el Senado se constituyó una comisión de investigación que no llegó a aprobar un informe final de conclusiones. Que durante el gobierno de Aznar, los antiguos cargos socialistas encabezados por Felipe González reclamaron la liberación de Vera y de Barrionuevo condenados por el Caso Marey, obteniendo un indulto parcial para ambos el año 1998.
Y que tras la investidura del gobierno de Zapatero en 2004, que supuso la vuelta al poder del PSOE, nuevamente dirigentes socialistas, otra vez con González a la cabeza, exigieron el indulto total para Vera y otros condenados, aunque sin éxito, lo que hay que poner en el haber ético del actual inquilino de La Moncloa. En enero de 2010, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos rechazó un recurso de Vera por posible violación de la presunción de inocencia y falta de imparcialidad en la fase de instrucción. Y claro está, el dolor de los familiares de las víctimas sigue entero, en buena medida debido a que el reconocimiento social de su sufrimiento no ha sido plenamente resarcido incluso pudiéndonos encontrar por momentos ante un agravio comparativo si lo contrastamos con lo que se ha hecho, sin embargo, con los familiares de las víctimas de ETA. También se han hecho películas, escrito libros, folklore más que otra cosa. Pero sobre lo esencial, es decir, sobre conocer las complicidades políticas al más alto nivel, el misterio sigue entero.
Sin embargo, volver sobre estos acontecimientos con la distancia y serenidad que el tiempo imprime a los mismos, así como con la perspectiva histórica con que se vuelven a revisitar regularmente los acontecimientos políticos que nos han marcado profundamente siempre es importante hacerlo por pedagogía democrática. Pues bien, en estos momentos que parece que nos hallamos ante el eminente ocaso de la violencia de ETA no es completamente absurdo, como afirman algunos analistas, avanzar que el crapuloso episodio de los GAL retrasó la consecución de la paz por lo menos durante una década. Dicho esto, hace unos meses en la extinta emisora de radio Loyola Media en su programa matutino Berrikerketan, un oyente llamó para reprochar al parlamentario vasco Óscar Rodríguez Vaz el tema del GAL. Participando en la tertulia con el joven líder alavés intervine de inmediato para expresar mis dudas sobre si seguía siendo legítimo reprochar un tema ocurrido hace 25 años a la generación de responsables socialistas actuales. Por temperamento, yo preferiría que no fuera así aunque no sea más que para no añadir más crispación a la estridente vida pública vasca. Además bastantes de entre ellos andaban en pantalones cortos en el momento de los hechos y los GAL, de alguna manera, ya pertenecen a la historia. Otra cosa es reparar los derechos que asisten a los familiares de sus víctimas porque eso sí que sigue siendo de hiriente actualidad.
Hoy me basta con lo que escribía en 1995: "Las generaciones de militantes que tomarán la antorcha de esta respetable familia política imprescindible para consolidar la pluralidad institucional y social de Euskadi tendrán que asumir que en el PSE-EE hay un antes y un después de las revelaciones que implican a sus dirigentes en la sangrienta cruzada de los GAL". El relevo generacional en el socialismo vasco se ha producido lo que hace que la vuelta de Jáuregui a la primera fila de la política española, para los que tanto dolor y rabia nos produjeron los GAL y las complicidades que los hicieron posible, se asemeja al lamentable retorno de un espectro de ultratumba. Una pesadilla.
Bienvenido sea tu comentario que seguro que interesara hasta a los que no la comparten. Gracias