Mas basura en un debate abortado
Artículo de Ramón Zallo, Catedrático de la UPV-EHU.Clic aquí para leerlo en el Diario Noticias de Gipuzkoa
A estas alturas el lector se
preguntará qué ha sacado en limpio sobre la cultura o la política
cultural con los artículos de J. L. Gómez Llanos (NG 7 y 13-10-10)
consistentes en descargar toneladas de basura sobre el abajo firmante
-al estilo de la epidemia de talk shows- y también se preguntará por qué
vuela tan bajo.
Les recuerdo la basura de descalificaciones que contiene el segundo artículo a añadir a las del primero: "aromas sectarios", "fantasmagóricos efectos especiales", "producción cerrada y rígida","vara de medir distinta", "temor al efecto boomerang", "despecho", "ignorancia", "paripé", "bla bla bla marxistoide", "izquierda acomodada", "sovietizante", "sórdidos sueños planificadores", "intolerancia", "control burocrático", "comisario político", "iniciativa privada demonizada", confusión "de la cultura con la ideología", ex asesor por méritos distintos a la política cultural, uno de los responsables de la "degradación del debate" en el país, "cultura vasca patrimonio de Ramón Zallo".
¡Qué peso he de llevar! Pero he decidido no suicidarme ante tanta culpa. Y como tengo que contestar y me parece imperdonable ponerme a su bajura, intentaré establecer algunas hipótesis -a modo de hilo de Ariadna en el laberinto- sobre tanto odio volcado y tan poco constructivo, que tiene todo el aroma de una vendetta tan largamente esperada como inocua.
Nos conocemos. JLGL ya organizaba conferencias sobre política cultural hace años e, incoherentemente con mi "ignorancia" en estos temas, quiso que Xabier Dupuis -uno de los especialistas franceses más reputados- y yo interviniéramos en unas jornadas. Ya van 30 años de trabajo como especialista en el tema de las políticas culturales y comunicativas y algo habré aprendido estudiando y ejerciendo. Estoy ultimando un libro -otro sobre el tema- sobre "Economía y políticas culturales y comunicativas: crítica y propuestas en la era digital" como compendio de tres décadas de trabajo. No conozco publicaciones de JLGL. Quizás mi producción moleste… o no.
Me contrataron en el Gobierno anterior como asesor de la temática cultural porque algo debía saber. Rendí hasta la extenuación y estoy bastante, no totalmente, satisfecho de ello. Quizás el resultado no guste a todo el mundo… a muchos sí.
O quizás el problema sea que habiendo compartido ambos, en otra época, militancia e ideología de izquierda -yo sigo llevando la misma chaqueta, entreverada con arcos iris, violetas e ikurriñas- hay algún momento en el que el JLGL, arrepentido, traumado y borrando su historia, se autopasa factura -¡qué cántico a la iniciativa privada¡- y a considerar un insulto lo de "marxistoide" y a hacer gala pública de ello. Sí que es un problema.
O quizás sea que habiendo coincidido en el Consejo Editorial de El Mundo del País Vasco, en la época en que ese medio era elkarriano -parece el Pleistoceno cuando Mariano, Periko o yo escribíamos allí editoriales por la paz, la autodeterminación o la negociación- nos quedamos muy insatisfechos de sus erráticas opiniones. Y también con su comportamiento porque, a varios nos parecía, que no distinguía entre el asesoramiento editorial y los intereses de su propia actividad, y terminé por no dirigirle la palabra. Hay testimonios.
O quizás sea que el anterior Gobierno no quiso hacer una "evaluación independiente", y prefirió que la evaluación se hiciera desde abajo, desde los propios agentes y de forma participativa. Desde el punto de vista de la legitimación, la sociedad suele pensar que, al fin y al cabo, la mayoría de las consultoras, incluidas las evaluadoras y a pesar de los códigos, trabajan para quien les paga. La combinación de la participación de los agentes, el apoyo institucional, la implicación funcionarial y el hecho de que los profesores universitarios tenemos sueldo para que seamos conciencia crítica de la sociedad (y algunos ejercemos) dio un buen resultado. Fue, desde luego, una opción que no dio más trabajo a la iniciativa privada.
O quizás puedo pensar que ha sido para acumular méritos ante la nueva Administración, o porque ha recibido algún encargo, o por amistades peligrosas. Yo qué sé, ni me importa.
En fin, el lector que haya llegado hasta aquí tiene que sacar sus propias conclusiones sobre un tema anodino que solo debería haber sido privado. Un periódico no debería servir para que algunos se ahorren el coste de su propia terapia.
Les recuerdo la basura de descalificaciones que contiene el segundo artículo a añadir a las del primero: "aromas sectarios", "fantasmagóricos efectos especiales", "producción cerrada y rígida","vara de medir distinta", "temor al efecto boomerang", "despecho", "ignorancia", "paripé", "bla bla bla marxistoide", "izquierda acomodada", "sovietizante", "sórdidos sueños planificadores", "intolerancia", "control burocrático", "comisario político", "iniciativa privada demonizada", confusión "de la cultura con la ideología", ex asesor por méritos distintos a la política cultural, uno de los responsables de la "degradación del debate" en el país, "cultura vasca patrimonio de Ramón Zallo".
¡Qué peso he de llevar! Pero he decidido no suicidarme ante tanta culpa. Y como tengo que contestar y me parece imperdonable ponerme a su bajura, intentaré establecer algunas hipótesis -a modo de hilo de Ariadna en el laberinto- sobre tanto odio volcado y tan poco constructivo, que tiene todo el aroma de una vendetta tan largamente esperada como inocua.
Nos conocemos. JLGL ya organizaba conferencias sobre política cultural hace años e, incoherentemente con mi "ignorancia" en estos temas, quiso que Xabier Dupuis -uno de los especialistas franceses más reputados- y yo interviniéramos en unas jornadas. Ya van 30 años de trabajo como especialista en el tema de las políticas culturales y comunicativas y algo habré aprendido estudiando y ejerciendo. Estoy ultimando un libro -otro sobre el tema- sobre "Economía y políticas culturales y comunicativas: crítica y propuestas en la era digital" como compendio de tres décadas de trabajo. No conozco publicaciones de JLGL. Quizás mi producción moleste… o no.
Me contrataron en el Gobierno anterior como asesor de la temática cultural porque algo debía saber. Rendí hasta la extenuación y estoy bastante, no totalmente, satisfecho de ello. Quizás el resultado no guste a todo el mundo… a muchos sí.
O quizás el problema sea que habiendo compartido ambos, en otra época, militancia e ideología de izquierda -yo sigo llevando la misma chaqueta, entreverada con arcos iris, violetas e ikurriñas- hay algún momento en el que el JLGL, arrepentido, traumado y borrando su historia, se autopasa factura -¡qué cántico a la iniciativa privada¡- y a considerar un insulto lo de "marxistoide" y a hacer gala pública de ello. Sí que es un problema.
O quizás sea que habiendo coincidido en el Consejo Editorial de El Mundo del País Vasco, en la época en que ese medio era elkarriano -parece el Pleistoceno cuando Mariano, Periko o yo escribíamos allí editoriales por la paz, la autodeterminación o la negociación- nos quedamos muy insatisfechos de sus erráticas opiniones. Y también con su comportamiento porque, a varios nos parecía, que no distinguía entre el asesoramiento editorial y los intereses de su propia actividad, y terminé por no dirigirle la palabra. Hay testimonios.
O quizás sea que el anterior Gobierno no quiso hacer una "evaluación independiente", y prefirió que la evaluación se hiciera desde abajo, desde los propios agentes y de forma participativa. Desde el punto de vista de la legitimación, la sociedad suele pensar que, al fin y al cabo, la mayoría de las consultoras, incluidas las evaluadoras y a pesar de los códigos, trabajan para quien les paga. La combinación de la participación de los agentes, el apoyo institucional, la implicación funcionarial y el hecho de que los profesores universitarios tenemos sueldo para que seamos conciencia crítica de la sociedad (y algunos ejercemos) dio un buen resultado. Fue, desde luego, una opción que no dio más trabajo a la iniciativa privada.
O quizás puedo pensar que ha sido para acumular méritos ante la nueva Administración, o porque ha recibido algún encargo, o por amistades peligrosas. Yo qué sé, ni me importa.
En fin, el lector que haya llegado hasta aquí tiene que sacar sus propias conclusiones sobre un tema anodino que solo debería haber sido privado. Un periódico no debería servir para que algunos se ahorren el coste de su propia terapia.
Bienvenido sea tu comentario que seguro que interesara hasta a los que no la comparten. Gracias