Respuesta al artículo de Zallo

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Más basura en un debate abortado [Zallo].
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Mas basura en un debate abortado

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Artículo de Ramón Zallo, Catedrático de la UPV-EHU. 
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A estas alturas el lector se preguntará qué ha sacado en limpio sobre la cultura o la política cultural con los artículos de J. L. Gómez Llanos (NG 7 y 13-10-10) consistentes en descargar toneladas de basura sobre el abajo firmante -al estilo de la epidemia de talk shows- y también se preguntará por qué vuela tan bajo.

Les recuerdo la basura de descalificaciones que contiene el segundo artículo a añadir a las del primero: "aromas sectarios", "fantasmagóricos efectos especiales", "producción cerrada y rígida","vara de medir distinta", "temor al efecto boomerang", "despecho", "ignorancia", "paripé", "bla bla bla marxistoide", "izquierda acomodada", "sovietizante", "sórdidos sueños planificadores", "intolerancia", "control burocrático", "comisario político", "iniciativa privada demonizada", confusión "de la cultura con la ideología", ex asesor por méritos distintos a la política cultural, uno de los responsables de la "degradación del debate" en el país, "cultura vasca patrimonio de Ramón Zallo".

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Una cultura vasca, patrimonio de Ramón Zallo

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Tras la lectura de un texto es difícil pretender debatir seriamente sobre su contenido y más aún defender una serie de consideraciones básicas para rebatir las de su autor, cuando con lo que discrepas es ordenadamente confuso y posee el extraordinario mérito de no pertenecer a ese género narrativo del que los ciudadanos sacan precisamente las enseñanzas mas idóneas que mejore la imagen deteriorada que tiene del debate político. Los particulares matices y aromas sectarios así como los fantasmagóricos efectos especiales que florecen tanto del primer articulo de Ramón Zallo como de su reacción a mi replica en este mismo periódico ( 10-10-2010), es un claro ejemplo de ello. Analizar una producción tan cerrada y rígida que no se ciñe a lo esencial de mis argumentaciones entiendo que pueda ser penoso para el lector. Sólo decir, y por encima, que a Zallo no parece hacerle ni pizca de gracia que empleemos la vara de medir que el emplea para las opciones de los demás y midamos con ella sus argumentos, porque teme el efecto boomerang demoledor que ello produciría. Sin embargo pese a la relativa confusión que sus artículos sobre este "debate" pueden inducir, esta cuestión pide auxilio de claridad y respeto. Dejaré de lado ahora los aspectos que recuerdan el canto del cisne o la manifestación de despecho de alguien que no ha aceptado la alternancia en las instituciones vascas, con todas sus consecuencias.


A pesar de que me equivoqué al creer poder entablar con Zallo un debate constructivo, lo intentaré nuevamente. Vayamos por partes. Afirma Zallo respecto a mi replica: "no dice la verdad sobre las evaluaciones puesto que sí hubo sistemáticas evaluaciones: cada año del Plan de Cultura y que se sustanciaban en el Consejo Vasco de Cultura". Al respecto Zallo no miente (eso solo lo hacemos los que "osamos" poner su ignorancia de manifiesto) lo que ocurre es que no tiene ni idea de lo que es una evaluación. Una evaluación no es decir cuanto de lo planeado se ha realizado o que tanto por ciento de las partidas asignadas a un proyecto se han gastado. Evaluar es, sobre la base de indicadores claros y variados establecidos de antemano, realizar un contraste riguroso de los objetivos fijados con los resultados obtenidos. Eso implica un proceso específico llamado evaluación de una política pública, dotado de una metodología propia, reglas deontológicas estrictas... etc. Lo demás es hacer el paripé. Cualquier documento administrativo al que se bautiza con el apelativo de evaluación no lo convierte en tal. Insisto, de evaluación ni rastro. Para qué evaluar si el que supervisa el dispositivo es infalible. De esas cosas trataba principalmente en mi artículo, porque me parecen ser los problemas de fondo en la acción publica. Sin evaluacion de las políticas culturales no se podrá avanzar y al equipo de Cultura del actual Gobierno Vasco habrá que exigirle en ese terreno que cubra las insuficiencias del anterior. Para Zallo, no situar el debate sobre la cultura en Euskadi en el terreno del bla bla bla marxistoide que el domina, es no ir al fondo de las cosas. Le cuesta aceptar que hay que salir de la cultura de la modelización, y que su Plan Vasco de la Cultura era un prototipo bastante acabado de esa generación de artefactos. Era un Plan que rezumaba una especie de post-estructuración sovietizante, en la que cierta izquierda acomodada es excelente al ver realizarse con ello sus sórdidos sueños planificadores. El plan anterior desprendía ante todo control burocrático de las cosas y afirmaba un soberanismo no cultural, este seria legítimo, sino aparatero con el riesgo casi inevitable de paralizar las cosas y los espíritus. La intolerancia elevada a rango de proyecto cultural.

En ningún lugar del mundo avanzado con el que es sensato compararnos hacen planes como el que hizo el anterior gobierno, sino lo que se lleva es desarrollar procesos mucho más abiertos donde la iniciativa privada no esta demonizada y cobra mayor protagonismo, donde la administración no se propone salvar nada ni a nadie en vías de extinción. Nada puede sucumbir antes y con tanta facilidad que lo que, por falta de confianza en la potencialidad de la sociedad para regenerarlo, te empeñas en sobreproteger en exceso, lo que casi siempre desemboca en mutilaciones severas de libertad. Respecto a los dos sociólogos lo único que insinúo es que, Zallo, para credibilizar sus planteamientos, se sirve de ellos para "pringarles" de su galimatías ideológico, del que poco se puede sacar en limpio, práctica a la que se recurre cuando se está en las últimas. Pero la cultura es otra historia, y en este debate su obsesión por llevarlo al ámbito de la ideología es significativo.

Con su artículo, lo que Zallo ha dejado patente es no sentirse cómodo en la reflexión sobre la gestión de la acción publica cultural donde yo he querido centrar mi situar la replica a su articulo. La UPV tiene destacados conocedores de esta cuestión que desde la humildad y anonimato trabajan de un modo digno de recalcar. Con todos los respetos, no es el caso del polemista que nos ocupa, aunque si hay otros ámbitos donde su capacidad es legible. La retórica ideologizante es una cosa y la reflexión sobre la evaluación de los programas culturales es otra. El estatus de asesor da para mucho y la plus-valía técnica de las aportaciones de Zallo en el sentido estricto de lo que es la gestión cultural no fue, visto lo visto, el criterio decisivo de su entronización como asesor de Cultura. También lo repito otra vez (él insinúa que me lo he inventado): Lourdes Auzmendi, la recién nombrada viceconsejera de Euskera (según Zallo tras la purga de Etxezarreta ) no es mujer de la que se deba sospechar como lo hace Zallo, de querer limitarse solo a "garantizar la satisfacción de la demanda", y no promover la oferta cultural en euskera.

Hoy el tono del debate cultural es amargo, lo vemos también en relación al Guggenheim y lo lamento profundamente, quizás sea porque la política haya invadido una esfera que debería de haber guardado una autonomía y singularidad "científica", como tal. El espíritu y la letra de estas contribuciones de R. Zallo son un claro síntoma de la degradación del debate necesario sin el cual la contaminación partidista se exacerba y hago votos para que un nuevo tono cordial y constructivo surja pronto con fuerza. Pero para acabar no quiero pasar por alto cuando Zallo dice de mí con la intención de quitar fuerza a mis argumentos: "…administración actual -a la que J.L.G.L. visita con frecuencia como consultor…." Esta idea sólo puede encubar en una mente presa de intolerancia porque todo el mundo conoce mi independencia de criterio manifestada a través de cientos de artículos de opinión desde hace más de 30 años. ¿Por lo que se ve al comisario político del Departamento de Cultura del anterior Gobierno Vasco le siguen suministrando informes diarios sobre el que entra y sale de sus dependencias? Por cierto, muy poco fiables. Bere tokian ez nintzake Mastintxoz fidatuko.

Un debate abortado sobre la cultura vasca

21:06 0 Comentarios A+ a-

Artículo de Ramón Zallo, Catedrático de la UPV-EHU.
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El artículo de José Luis Gómez Llanos (NOTICIAS DE GIPUZKOA, 7-10-10) -que comenta mi artículo sobre "El Contrato Ciudadano por las Culturas: un pésimo comienzo" (NOTICIAS DE GIPUZKOA, 26-9-10)- es ininteligible, lleno de errores en los hechos y de argumentos ilógicos (actúa de oído). Pero lo que sí se entiende es la intención: descalificar a algunas personas y al anterior Plan Vasco de Cultura.

Como no desacredita quien quiere sino quien puede, diré que la gente que me conoce sabe que mi talante nunca ha sido la equidistancia sino la convicción siempre fundamentada, acierte o no, como para que a estas alturas me molesten sambenitos a conveniencia; y lo que sí tengo claro es que los lectores no se merecen que les líen en debates insustanciales y poco sinceros cuando la única motivación es la basura que se vuelca.

La innovación social, ¿tarte à la crème?

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Los franceses utilizan la expresión tarte à la crème para cualificar las expresiones que les parecen ser un lugar común. Ayudándome de dicha expresión, la pregunta que me voy a hacer es: ¿la innovación social es otra tarte à la crème, es decir, una formulación vacía de contenido? La expresión francesa sugiere que el sabor de la crema hace perder la personalidad a pasteles que pueden ser distintos entre sí, pero cuyo gusto final queda envuelto en una suculenta crema pastelera que los hace parecer todos idénticos. Esto parece en apariencia, pero el origen de la expresión es más rebuscado, como luego veremos.

Hoy observamos que la palabra innovación es la tarte à la crème, elevada a rango de talismán, en todo discurso político que se precie, o la vemos escrita en medio de esos sesudos informes que dan cuenta de cuestiones que tienen que ver con la sociología o más ampliamente con cualquier otra materia más amplia de las ciencias sociales. ¿Pero de qué trata la innovación social?