Felipe González fue el jefe de los GAL
Clic aquí para leerlo en el DeiaEsta grave acusación no se ha atrevido mucha gente a hacérsela antes que el propio interesado lo admitiera el mismo en las columnas de un importante diario nacional. He tenido que leer varias veces la entrevista que Felipe González ha concedido al escritor Juan José Millas disfrazado de periodista para la ocasión y publicada en el diario El País, para asegurarme que lo que leía era bien lo que estaba leyendo. Aún cuando escribo estas líneas mi sorpresa sigue intacta al ver con qué desparpajo, exento de cualquier reserva, el ex presidente socialista declara, seguro de estar a salvo de cualquier contratiempo político o judicial, lo siguiente: "Tuve una sola oportunidad en mi vida de dar una orden para liquidar a toda la cúpula de ETA. Antes de la caída de Bidart, en 1992, querían estropear los Juegos Olímpicos, tener una proyección universal... No sé cuánto tiempo antes, quizá en 1990 o 1989, llegó hasta mí una información, que tenía que llegar hasta mí por las implicaciones que tenía. No se trataba de unas operaciones ordinarias de la lucha contra el terrorismo: nuestra gente había detectado -no digo quiénes- el lugar y el día de una reunión de la cúpula de ETA en el sur de Francia" y añade "una de las cosas que me torturó durante las 24 horas siguientes fue cuántos asesinatos de personas inocentes podría haber ahorrado en los próximos cuatro o cinco años". En los años noventa, cuando todas las miradas apuntaban al mandatario sevillano como la pieza que faltaba del organigrama operativo de los GAL que a falta de pruebas había sido rellanado con una X, cuando se le interrogaba solía decir con seguridad avasallante que nunca se sabrá quién era esa persona y que él de las hazañas de los GAL solo se solía enterar por la prensa, argumentos para dejar estupefacto cuando se sabe que desde el lugar institucional que ocupaba le correspondía controlar ese tipo de cosas.