PODEMOS : TODO POR LA CASTA

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Podemos: todo por la casta

Diario Montañes , 14 enero 2016

Tres parlamentarios autonómicos de Podemos Cantabria enfrentados entre sí por la colocación institucional con sueldo incluido de varios capataces de su aparato regional,  es el regalo de Reyes que nos han traído para este 2016 a Cantabria, la formación de izquierdas de moda de la política española.
En estos seis meses de andadura las tanganas en Podemos se han convertido en un genuino rasgo de carácter y aquí quiero que el lector observe, porque es la idea principal que me propongo exponer hoy, que en las trifulcas a las que asistimos regularmente desde su creación en Podemos, no aparece por ninguna parte gramo alguno de debate de ideas. Ni esta vez, ni cuando desollaron, sin pizca de pudor, a Juanma Brun, su carismático e irrepetible  líder santanderino. Toda controversia  interna gira sobre el puesto a ocupar, el lugar estratégico desde el que ensartar al resto de la humanidad, por el cargo a defender, por la colocación de su inmundicia, por el mando, en suma, por la pasta.  Al principio era el verbo Poder y el Verbo se hizo de Oro.
Con el avenimiento de Podemos, de alguna manera se habría demostrado que la izquierda española no estaba vacunada contra los contagios del virus totalitario (una alta concentración viral en su discurso que la hace particularmente febril) como lo están sus correligionarios europeos si nos atenemos por la alegre acogida que ha tenido entre sus filas la secta de Pablo Iglesias, su último y más acabado  avatar degenerativo cántabro de la mano de los Blanco, de las Rebekas, de los Garay, de los Macho, de los Mantecas ,ilustres anti-todo, anti-todo que no sea su propia megalomanía.
Los relatos que contiene el ideario ideológico oficial de Podemos,  el chute redentor que corre por las venas de ese ejercito de populistas no es otra cosa que la patología de crecimiento infantil de una formación emergente instalada en el corazón de nuestras democracias en crisis, y poco más. La cobertura mediática a sus fechorías, además de presentar serias dificultades para ser entendida plantea un serio problema de homologación democrática, y no se casan con los principios  comúnmente aceptados en forma de valores que definen la vida en común de las sociedades modernas occidentales. Esa obsesión recurrente que observamos en el discurso de Podemos siempre en búsqueda de la encarnación (casi patológica) de un poder que represente realmente al  pueblo supuestamente excluido hoy de los mecanismos alambicados de la democracia representativa, es motivo de preocupación.
Fue significativa  en los comienzos de la andadura de Podemos la promoción del concepto de casta, que no es otra cosa que el lenguaje primero y corriente que aniquilan los tiranos recurriendo a palabrerías facilonas del léxico populachero para descalificar el enemigo a abatir. La acusación de casta a todo lo que se les oponía resume a la perfección el peligro de totalitarismo versátil, ese patinazo verbal elevado a señas de identidad preñado de clichés nacionales mortíferos que escapan a sus inventores para recorrer como la pólvora los espíritus arranándolo todo a su paso.
Y cuidado que lo peor de estos agrupaciones emergentes de corte autoritario es su sector crítico ya que una vez superados los pogromos internos a los que son sometidos con macabra regularidad, sus meritorios supervivientes, alzados a una posición de poder reproducen en cadena la represión que han sufrido anteriormente  por la llamada parte oficialista. Obsesionados por la trasmisión en cadena de la represión que les tetanizo, se lanzan como posesos a cobrarse su venganza con un furor conmovedor. En ese grupo de inquisidores de nuevo cuño, hay gente bien qué duda cabe, pero los que se hacen con las riendas de estas  partidas de entregados a la causa , son los que “trabajan”, los que se “sacrifican”, los que supieron sufrir estoicamente las purgas de sus antecesores, a la espera de tiempos mejores.
Son los que se distinguen por sus meritos y acumulan réditos por, entre otros servicios, hacer el paseíllo al amanecer a los que les estorban. Son los que se elevan sobre el resto del grupo porque siempre están disponibles. Para lo que sea. Nos amartillan que el mundo está muy mal, y su que su revolución no puede esperar. Son los salvadores del apocalipsis, irredentos y absortos. Ellos proponen siempre acción, son los maniáticos de la acción, dilapidadores de gasolina energética compuesta de sus limitaciones e incompetencia. Son  especialistas de la producción de la nada, lo que genera un reparto  barroco de tareas tan inútiles como las que protagonizo nuestra Pasionaria cántabra, Verónica Ordoñez, que se auto-concedió sus galones por redactar un “informe diagnostico” sobre Castro Urdiales que nadie ha visto, pendiente de su inminente publicación, supongo. 
Siempre se aprende algo nuevo desde una perspectiva distinta, pero en Podemos temo que estemos ante la excepción a esa regla y que las tribulaciones de la emergente y ruidosa secta no den para ninguna sorpresa mas, tanto es significativa su degeneración in fine y su despropósito.  Esta gente es tan excéntrica que nos pueden a hacer olvidar hasta que Podemos con minúsculas, no es otra cosa que la conjugada primera persona del plural del presente del indicativo del  verbo poder. Lo que visto lo visto, ese precioso verbo irregular de nuestra gramática patria, nunca hubiera dejado de serlo.
Podemos creció del centro a la periferia y sucumbirá en idéntico circuito pero al revés, de la periferia al centro. La revolución devora a sus criaturas, ya huele a chamuscado a orillas del litoral cántabro. Al tiempo.

José Luis Gómez Llanos es sociólogo

SOBRE LAS "CAUSAS PROFUNDAS" DEL TERRORISMO

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Sobre las “causas profundas” del terrorismo.

El Correo 6 de Enero 2016

Nos quedaríamos sorprendidos saber la cantidad de personas que, si al menos no se alegran de los atentados, siempre están dispuestas a entenderlos, a explicarlos, a atribuirlos a tal o cual causa, incluso transcendida, pero siempre exterior a la propia subjetividad criminal de los autores de las masacres. Lo hacen en privado casi siempre, claro está. Es de agradecer por lo tanto el artículo de opinión titulado Solidaridad o Barbarie, publicado en estas mismas páginas el 17 de diciembre de 2015, por Igor Ahedo profesor de Ciencias Políticas de la UPV, donde hace un recorrido interpretativo de los recientes atentados terroristas en Paris, que me he propuesto criticar aquí, ya que se sitúa en el renglón de los análisis más claros de los que se han escrito sobre los abyectos crímenes de Paris. Y en el de los más equivocados también.
Se lee en ese texto que “Tanto en 1995 como en 2005, la ciudad de las luces fue iluminada por las llamas (…) miles de jóvenes salieron a las calles a manifestar su agravio arrasando con los iconos del consumo (…) Se trató de una manifestación de rabia nihilista, orientada a la auto-destrucción (por lo de la quema de coches supongo). Hace unas semanas hemos visto que la rabia ha transmutado en odio. (…) ahora orientada contra aquellos que se sitúan al lado del espejo de la exclusión: quienes asistimos a conciertos, cenamos en la calle, nos divertimos en una noche de viernes.”
Este planteamiento nos puede ir deslizando sobre ese otro que afirma que el odio insensato sobre el que se asienta el terrorismo es un resultado previsible, pero que lo que lo causa no es tan insensato. Y de ahí a sospechar incluso que podemos ser nosotros mismos, las victimas, los que causamos el desencadenamiento terrorista feroz, queda poco trecho.
Más adelante prosigue: “(…) Como la identidad de legitimación cada vez es menos sostenible en la medida en que las formaciones tradicionales están gestionando recortes del bienestar de las personas, estos partidos deben buscar nuevos mecanismos para seguir manteniendo la adhesión ciudadana, siendo uno de ellos la política del miedo”.
Aquí a nuestro profesor le falla la mesura; Una cosa es velar democráticamente sobre el modo con el que se decretan las medidas de excepción que limitan nuestras libertades puntualmente para luchar más eficientemente contra los terroristas y otra es afirmar como Igor Ahedo, que: “(…) La ciudadanía que no puede legitimar el estado porque no le garantiza su bienestar y protección, lo acaba legitimando porque garantiza su seguridad con francotiradores en todas las azoteas.”
Estos análisis sin sentido los propagaban también los apologistas de la acción de ETA, cuando en calidad de mandarines orgánicos de la izquierda autoritaria que asesoraban a los terroristas, exculpaban a los matarifes contándonos aquello de las causas profundas del conflicto vasco.
Estrafalarios pensadores al acecho de la explicación de lo injustificable. Sujetos que  nunca se conforman con lo que se ve de inmediato siempre que actúan los asesinos, a los que no les basta con lo que dicen los verdugos mientras duran sus escarnios, que no resienten empatía sincera con las víctimas, que no se fijan en los contenidos de las discursos delirantes de los valedores del terror. ¿Ya se nos ha olvidado?
También aconsejamos a los partidarios de las “causas profundas” ponerse al día con los trabajos de Krueger A.B. y Maleckova J. (Education, poverty, political violence and terrorism: is there a causal connexion), hace más de 10 años en el que muestran en cambio, que el vínculo entre, por una parte, la pobreza y la educación y, por otra parte, el terrorismo no se puede establecer tan alegremente.
Lo que no quiere decir que no haya que analizar porqué, a la conflictividad endémica a la que asistimos en ciertos lugares del planeta, le corresponde al mismo tiempo resultados de desarrollo humano desastrosos. Pero aquí ya no estamos tratando del origen  del terrorismo fundamentalista que es otra cosa, porque qué duda cabe que los magnates de la muerte siempre explotan la miseria social que aun abunda en demasiados lugares, así como la asfixia política en esas regiones del mundo, para prospera a cuenta de todo ello.
En Nueva York, Madrid, Paris y demás lugares los terroristas han querido degollar los ideales de las sociedades abiertas, de los derechos colectivos, de la libertad individual, del deseo de gozar sin trabas. No nos confundamos ni de enemigo ni de los objetivos a alcanzar para protegernos de sus crímenes. Todos estos ataques no parecen estar guiados por motivaciones políticas o estrategias claras. Más bien todo apunta a un paso más dado hacia el Terror, esa violencia sin límites, sin legibilidad alguna, que tanto parece resistirse nuevamente al entendimiento, en determinados sectores de la sociedad vasca.
Después de la emoción legitima tras esas barbaries, claro que no hay que dejarse devorar por el sentimiento de venganza, hay que resistir a la tentación de amalgamar sin pensar cayendo en la noche del odio y del miedo. Un trabajo sobre sí mismo es indispensable para conseguirlo recurriendo al sentido de la justicia que nos habita.
Estamos unidos, contra el terrorismo, vale. ¿Ahora qué vamos a hacer juntos? Esa es siempre la buena pregunta que hay que hacerse. Pero sin ambigüedades.

José Luis Gómez Llanos, Sociólogo.

¿Un plan Estratégico para Castro-Urdiales?

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MI CONTRIBUCION AL DEBATE,
(publicado en el Diario Montañés el miércoles 21 de octubre 2015
¿Un plan Estratégico para Castro-Urdiales?
En los circuitos de expertos especializados en la reflexión estratégica, el escepticismo va en aumento a causa de la utilización del cuerpo conceptual y metodológico de su profesión, por la inmensa mayoría de las instituciones, donde se viene observando que se sirven de lo más amable de ese ámbito del conocimiento, y dejan de lado lo que les incomoda. En esto hemos podido deparar estos días en Castro Urdiales donde se ha anunciado desde su ayuntamiento el emprendimiento, el próximo ejercicio presupuestario, de un plan estratégico de la ciudad. ¿Cabria razonablemente preguntarse para qué y de donde surge esa inquietud? ¿Basta avanzar, para llevarlo a cabo, los argumentos con poco esmero de la casta oportunidad del ordenanza?
Los planteamientos estratégicos vienen precedidos de un clima de religiosidad atinado de plegarias y salvas con el propósito de ponernos fuera del alcance de las incurias de los tiempos inciertos y la vanidad que acompaña esos proyectos, termina comunicando luego con la de los seguidores, para hacerse una sola, acicateado por un entusiasmo cordial, casi magnético, de dos vanidades conformes, que no siempre producen beneficio social tangible alguno, porque operan como un facinoroso salteador del espíritu que todo lo destiñe, al advertir nuestras acumuladas renuncias en una pasión sacrílega.
Pero nada más hasta el punto de oponernos a su realización. Solo decimos que andémonos con cuidado, dado el coste anunciado del compromiso. Si se emplea frase alguna para su defensa por rutina, a veces parece imposible que idea contraria prevalezca, y eso que más de un proyecto semejante, no muy distante de nosotros cerril y montaraz, se ha encenagado. Pero veamos.
Preciso es aclarar que cuando existen recursos escasos, y este momento es precisamente uno de ellos, es indispensable gestionarlos eficientemente, administrarlos de un modo transparente. Por ello quienes financian, administran y ejecutan programas públicos necesitan conocer de forma fiable, los efectos y la rentabilidad de sus acciones. ¿Cómo se puede discernir con claridad las perspectivas a 10 o 20 años vista, si tenemos dificultad para entender las dinámicas actuales? A esa cuestión hay que poder contestar sin rodeos. La realización de un plan estratégico se puede convertir en una de esas cuestiones que provocan, en sus defensores, mirar de frente a sus interlocutores, como quien ve lo que está pensando, y no lo que tiene precisamente delante.
La aparente cordialidad y la alegría expansiva con la que suelen ventilarse estas cuestiones, ahondan en lo inicuo, ocultando casi siempre un fondo de evasivas y de ambigüedad, cuyo asentimiento de común acuerdo, lo desluce aparentemente todo. El debate por otra parte inmóvil, como aspas de molino sin aire, suministra la solemnidad compasiva al cenáculo instigador cuando pretende separar, entre cuchufletas de discutible entendimiento, el grano de la paja y los extraños conciliábulos donde se celebran su lanzamiento, suelen ser momentos misericordiosos donde se suele sacar fuerzas de flaqueza.
Lo que hay de irreverente en el propósito que nos hemos fijado, insistimos, no quita interés a que la cuestión la tengamos siempre arrimada a la faltriquera, para ser debidamente tratada, cuando toque. Si un responsable publico advierte de la necesidad de salir del modelo de desarrollo de ciudad que ha conducido a Castro Urdiales a un impasse o sugiere cambiar el paradigma de desarrollo de su municipio apoyándose más en la sostenibilidad, aunque solo sea como hipótesis, ha de hacerlo. Pero no tendría interés, lo decimos rotundamente, poner en marcha un plan estratégico que no sea elaborado sobre la base de las aportaciones y con el respaldado por la inmensa mayoría de sus componentes sociales, políticos, culturales, económicos. Su elaboración debe conciliar bases solidas de acuerdo para emprender acciones garantizadas y a salvo de los cambios políticos, que una alternancia institucional de signo político opuesto no venga a neutralizar ya que no es un plan de gobierno distinto al de la Oposición. Eso es, hay que procurar durante su elaboración no tratar a esta última como lacayo de librea o mozo de cordel. La viabilidad de un plan estratégico se sustenta respetando ese esfuerzo y maña previos.
Sin querer prodigarnos ahora en demasía, sería decisivo para avanzar con garantías, alzar la evaluación de las políticas públicas como paso previo, a rango de eje estratégico diferenciado como tal, en el proceso estratégico emprendido más adelante. No en vano, la evaluación de las políticas públicas y la administración electrónica son pilares que harán de la acción pública en los próximos años, en un motín generalizado de la eficiencia, un espacio más racional, más eficiente y más cercano al ciudadano.
Ante la anunciada inminencia de un Plan Estratégico para Castro-Urdiales , no se trata por consiguiente de alegrarse sin saber porqué, al ver un sol esplendoroso en un cielo diáfano a desuso, barrido únicamente por un enjambre de frases hechas inveteradas, porque primero, todo era discutir creyendo a su lado con la mayoría dócil y dispuesta, para que al final, el texto almibarado resultante, de principal se sintiera pusilánime y eclipsado, de tal modo convertido en partiquino y agorero planteamiento.
José Luis Gómez Llanos. Sociólogo

LA DESCONFIANZA EN LA REGENERACIÓN DEMOCRÁTICA.

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LA DESCONFIANZA EN LA REGENERACIÓN DEMOCRÁTICA.
(publicado Diario Montañés y Diario Vasco ( grupo Vocento) 04-11-2015)
Una leyenda negra de dimensión peninsular, pontifica que la Administración Pública da cobijo a más de 20.000 cargos de confianza colocados directamente por cargos políticos, en virtud de la tan temida discrecionalidad. El puesto de asesor no requiere ninguna titulación y la cuantificación del personal eventual- dicen- y no está sometido al control debido a la falta de registros públicos y la libertad de los organismos para establecer el número máximo de puestos. No se sabe de dónde viene esta cifra, y estas consideraciones, pero ha creado cátedra. Lo que sí parece picar mucho es, que la discrecionalidad política presida a los nombramientos. Y en la trifulca, se confunde al asesor, al consultor, al cargo político, al funcionario de designación discrecional etc.
Las pésimas correrías contra la política apenas encubiertas de estos nuevos inquisidores, han conseguido poner, con marchitos laureles, en el punto de mira a profesionales como la copa de un pino, conduciéndoles a un Auto de fe nacional consensuado de facto, entre toda la clase política (de cuyos conocimientos los partidos tanto se han valido), para eliminar injustamente, a miles de entre ellos. Tamaño atrevimiento, subrepticiamente tramado puede que labre la ruina de nuestra democracia, porque cada día es más vacilante la fe de la mayoría de los ciudadanos en los valores que la sustenta. La poda sin sentido que se propugna de asesores y cargos públicos, que nadie se engañé, forma parte de un movimiento más amplio y letal, que considera a la filosofía como una forma de bostezar, y anda agazapada a punto de conseguir la desaparición efectiva de las humanidades en todos los niveles de la enseñanza. Tomémosles la palabra a los promotores de esa canturria de pobres de solemnidad. ¿Qué significa la discrecionalidad?
La discrecionalidad es determinar de entre los aspirantes aquél más idóneo para hacer eficaz el propositivo requerido. La confianza que se empeña además no es propiamente una confianza política o de pertenencia al grupo político, sino que partiendo de una capacidad técnica previamente contrastada y de ajuste a los requisitos del puesto se elige al que, en el orden personal, para el cargo presenta mayores garantías de fidelidad para él y para el proyecto correspondiente. El sistema puede en un lugar u otro que haya derivado en una discrecionalidad absoluta con lo que la capacidad técnica no queda garantizada, ni la experiencia en la administración general. Veamos más de cerca.
Tradicionalmente se distinguía entre dos perfiles: el intelectual y el político o si se quiere el científico y el político. Hoy, por razones estructurales aparece el tercer perfil. El experto o asesor toma prestado de ambos modelos. Para el análisis, utiliza el conocimiento, y reflejos del intelectual. Para la acción, está vinculado al actor político. Su problema es entender el mundo para cambiarlo, y el objetivo de su trabajo es esa transformación. Simplemente no asume, directamente ante los ciudadanos, la responsabilidad de hacerlo. Está demasiado cerca de la acción para ser identificado como un universitario o intelectual, y es demasiado sensible a los argumentos de tipo intelectual para sacrificar totalmente su saber/hacer a la lógica política, que es la de la elección.
Si el intelectual encuentra su legitimidad en los conocimientos, el político la obtiene del ejercicio del poder vinculado a la elección.
Diferencias radicales donde el experto/asesor es necesariamente un intermediario. Entre los expertos/asesores, cargos públicos de libre designación encontramos, funcionarios gubernamentales, especialistas universitarios, altos científicos cuya aparición junto a la política es la más genuina expresión de dos mutaciones: el carácter de nuestras sociedades cada vez más complejas, y la expansión del campo de la política. Cambios importantes en los que estos expertos/asesores en las últimas tres décadas han jugado un valioso papel. ¿Tan pronto lo hemos olvidado?
Sabemos que dar tormento a la política es una afición nacional sin par. La girifalte pusilanimidad con el que han convertido el debate sobre el amejoramiento de nuestra democracia han creado un lodazal de vulgaridades, donde el despellejo al asesor es el entremés, siendo sacrificados como cortafuegos, y utilizados de parapeto, de muro de contención. Peccata minuta en comparación a lo que se nos viene encima. Estas personillas resabiadas de pasmosa incoherencia y ligereza nos tienen preparado, el plato fuerte del menú rupturista con el referéndum amenizado a todas las salsas, la retahíla de la participación, la del que todo lo deciden todos, etc.
Que esta caza de brujas ocurra, no nos debería sorprender en un país, donde sobres los agravios territoriales, sin más que mirarnos, sabemos pronosticar, con exiguo margen de engaño, quien es celta o ibero o incluso celtibero.
El estridente repiqueteo con el que se acompañan tan insolentes censuras, así como el empeño en que sean validadas por la opinión pública, no es otra cosa que la reminiscencia sociológica del odio a la política de sello franquista, lo que explica la trivialidad con la que se aborda esta cuestión. No se trata de quitar o poner rey, pero esas medidas más podrían hacer daño que provecho. Los rencores del sectario ideológico junto a la ira del apostata de turno que han instigado semejante apelmazada, es un grano de perfección que les viene ancho para quedarse solos en batalla con las quimeras, creyendo que al fin del cual, muchos pocos, harán un mucho.
José luís Gómez Llanos, Sociólogo.

FRANCIA LLORA, FRANCIA SANGRA….

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FRANCIA LLORA, FRANCIA SANGRA….
Isabelle ROME, Alta Magistrado de la Corte de Apelación de Versailles (Paris)
(Traducido por José Luis Gómez Llanos)
Publicado El Correo (Grupo Vocento), 16/11/ 2015
El viernes a la noche es un momento delicioso en Paris, a lo largo de los bulevares de Voltaire, o de la Rue de Charonne! Es un lugar de encuentro entre amigos para tomar una copa, compartir una cena, ir a un concierto de rock al Bataclan….
Estamos en el Paris de las Luces. El Paris orgulloso de su Plaza de la Bastilla , cuna de la democracia, terruño de la Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, el Paris que celebra la Republica , no muy lejos de esta otra glorieta donde se erige Marianne triunfante , sobre un pedestal compuesto del tríptico que representa la libertad , la igualdad , la fraternidad.
Pero hoy Paris esta cruelmente herido. Marianne sangra. La bella noche del viernes entre amigos se ha convertido, en la capital, en una espantosa tragedia. Terroristas han amantado a 130 de nuestros hermanos, de nuestras hermanas, y herido a cientos de ellos más.
Y lloramos. Francia ha quedado tocada. Pero es el conjunto de la humanidad que sale irremediablemente alcanzada. Pisoteada por una ideología asesina y un fanatismo ciego.
¿No estamos ya amenazados por una guerra, innominada, innominable… pero real?
Ante este ataque, no debemos aceptar ninguna resignación y sobretodo no ceder ante el miedo. Debemos unirnos más allá de nuestras discrepancias. Tenemos que combatir juntos, por nuestra Republica, la que erige la igualdad de derechos y protege la libertad. Y más concretamente merced al principio de laicidad que reconoce a cada uno de nosotros una libertad de conciencia y preserva su identidad espiritual, dentro de una estricta separación de la fe de los asuntos públicos.
Hoy día más que nunca, la Republica, debe sentirse UNA e INDIVISIBLE, para todos. Ella es un todo. No es la adición de comunidades distintas.
Y aun menos una gran superficie donde se iría a hacer la compra, cogiendo lo que nos conviene y donde dejaríamos lo que nos desagrada.
La Republica nos protege. Nos obliga también. Ella implica el respeto reciproco entre individuos, así como las reglas que desde su autoridad enuncia. ¿ Como, después de estos trágicos atentados , como lo fueron los de enero de este mismo año que enlutaron nuestro país , no rememorar la afirmación asentada por Hobbes, filosofo de las Luces :” ..el hombre puede ser un lobo para el hombre?
Claro que el hombre puede ser un lobo para su semejante. Por ello la Republica nos impone a todos reglas y leyes, con el fin de poder vivir juntos, en paz. La autoridad es el corolario del respeto a estas normas.
Esta Republicanos es quien nos protege pero quien también nos obliga, y la que nos corresponde mantenerla viva.
No se trata por consiguiente de dispensar una especie de catecismo republicano que habría que engullir, como un modo de sumisión, como tampoco se trata de dar lesiones de moral, la moral ce ciñe al ámbito de lo privado-, y aun menos de uniformizar al pensamiento. En nuestra lógica la libertad de pensamiento es total.
Se trata de retejer el pacto republicano, fundado sobre el respeto de los demás, en el seno de la familia, en la escuela, en la sociedad. Un pacto irrevocable que no debemos dejar desgarrar a navajazos, o con un kalashnikov, ni arrinconar al son de nuestros deseos a menudo egoístas.
El estado de derecho no debe flaquear.
En tanto que jueces, entre otras instituciones tenemos la encomienda de garantizarlos. Pero también hay que preocuparse de restablecer los lazos sociales rotos, revigorizarlos, en el día a día, las solidaridades bajo todas sus formas que habrá que reinventar. Sí, eso es, nos tenemos que ayudar los unos a los otros, apoyar a los niños, a los jóvenes, la los padres, a los maestros, a todos los actores de la sociedad. Intercambiar, trasmitir, testimoniar.
La llama de la paz que ilumina Europa desde la segunda guerra mundial, hoy tiembla. A nosotros todos, pueblo de Europa, nos corresponde no dejarla apagarse. Nuestras democracias nos imponen esa orden, consigna sagrada.
Solo podremos alcanzarlo en tanto que iguales en derechos y dignidad. Y en la fraternidad.

LA RESISTENCIA DEL PENSAMIENTO

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LA RESISTENCIA DEL PENSAMIENTO
(Con André Gluksmann, desde París, en el pensamiento.)
Articulo de Opinion ( Grupo Vocento)
Isabelle Rome, Magistrada de la Corte de Apelación de Versailles (Paris) y
José Luis Gómez Llanos, Sociólogo
Escasos semanas después de lo insoportable, en medio del sentido recogimiento, en el corazón mismo de la compasión por el alma de las víctimas... ¿Cómo es posible, siquiera intentar entenderlo? Hoy las preguntas se amontonan y el riesgo de ser malintencionadamente interpretados nos impide establecer relación de causa a efecto - por otra parte siempre más o menos azarosa - ante lo que ocurrió esa noche en Paris con acontecimientos internacionales... que todo el mundo tiene en la memoria.
Unir esto con aquello, lo de aquí con lo de allí, ya no sale gratis; incluso cuando se actúa de buena fe, con buena voluntad. Los terroristas nos quieren cortar la palabra, nos quieren impedir pensar, escribir, difundir, testimoniar.
En estas circunstancias ¿Sobre qué debemos seguir pensando, cuáles son los ejes de reflexión, los más perspicaces, los más pertinentes, los más eficaces, envueltos en las imágenes del crimen más abyecto? Un terrorismo de nuevo cuño se abre camino, apocalíptico, que quiere exterminar la fraternidad.
A André Gluksmann, ese hombre que tantas veces recordaba que los necios siempre andan en el ajo, llevaba enterrado tres días y ya se le echó de menos. Los parisinos esperaban sus análisis que ya no llegarán, su reflexión, sus dudas, su enfado legendario, esos llantos incrustados en las sílabas que como nadie gustaba hacerlas para decirnos cosas de peso, ideas que contaban. Hasta podríamos llegar a pensar que los terroristas sabían, con su acerada maldad, que esta vez se librarían del lamento de este anti-tolerante. En su ensayo Rabieta infantil nos decía: "La cuestión del mal ha sido desde siempre la cuestión fundamental del pensamiento."
¿Cómo extirpamos esas raíces del odio, en seres desprovistos de la más mínima gota de esperanza? ¿Cómo entender este mensaje radical total, global, identificar las causas con el fin de luchar contra él, detenerlo? ¿Cuáles son los resortes psicológicos y sociales? ¿De qué trastornos subjetivos y colectivos están afectados los sujetos que adhieren a ideologías tan violentas?
Sobre lo que ocurrió en Paris, ese apacible viernes por la noche del pasado 13 de noviembre, ¿por dónde empezamos a abordarlo, cuando nos han intentado callar, con garantías de ser oídos, de tener credibilidad y de llegar a nuestros semejantes? Una humildad culpable preside todo relato honesto sobre la tragedia de Paris, una suerte de malestar corrosivo nos impide apuntar razonamientos intelectualmente sostenibles sobre los culpables, más allá de constatar quiénes eran los mercenarios que portaban las kalashnikovs y quiénes les encomendaron semejante carnicería.
Max Weber ya nos dio una pista y nadie le hizo caso, cuando vaticinaba que el mundo moderno estaba condenado a “una lucha implacable de valores”. Nos incitó a la reflexión, también a todas luces en vano, sobre la universalidad formal que domina el mundo moderno que plantea inexorablemente la cuestión de la “guerra de los dioses”, de una manera angustiante hoy declarada, jamás vista hasta el momento en la historia de la Humanidad
¿A qué otra cosa parece que estamos asistiendo desde hace unas décadas?
¿No se que nos quiere hacer escoger a punta de bayoneta, entre valores, entre sistemas de creencias que se rechazan los unos a los otros? Llevamos fingiendo que todo discurre con relativa normalidad hasta que alguien, iluminado sin remedio, se reclama de una revelación divina y decreta, por las armas y desde la más intensa de las crueldades, el exterminio de todas ellas menos, claro está, aquélla des la cual se legitima sus escarnios. ¿A qué cosa distinta estamos asistiendo en Occidente desde la era de las Luces. ¿Al fin algún día tomaremos en serio el problema religioso?
En memoria de André Gluksmann, enemigo mortal declarado del fanatismo, en homenaje a su incansable compromiso, hoy nos corresponde honrar el pensamiento. El pensamiento que reacciona y se resiste, con lo que trae de crítica, de autocrítica, propuestas y esperanzas en los valores que debemos mostrar, elevar como estandartes, más que nunca en estos tiempos de horror y de amenaza endémica. El mundo entero mira a Francia, ejemplo por muchas razones para muchísimos países en todos los rincones del planeta, país del que tanto sus éxitos como sus errores tienen inmensos ecos, y provocan un debate universal. ¿Sabrá este gran país mantener los lazos de fraternidad en el seno de su sociedad?
En Paris devoraron a sus víctimas disparando con el automatismo sagaz, a fin de no matar “a nadie encarnado” y así, de esa manera, a ciegas, no ver “ningún rostro". De ese modo a las víctimas se les priva de rostro. Se les priva de su humanidad. El tiroteo indiscriminado o una explosión de una bomba impiden descubrir el rostro del otro que, de lo contrario, si se descubriese ante su verdugo, podría insinuarle: "No matarás", como muy bien lo formuló Emmanuel Levinas.
Pero la intención de estos sanguinarios es alistar, subrepticiamente, a los jóvenes de origen musulmán de nuestras ciudades en su locura, sin darse cuenta que tamaño atrevimiento sólo puede ser obra de resabiados de ligereza e incoherencia. Así lo debemos trasladar a los degolladores, abriendo brecha en el alcázar de sus mentiras para echarles de los altozanos de sus imposturas, con sus maldades de ensueño, con su odio ingénito envuelto en una pasión sacrílega.
Nos harán sufrir aún, mientras ponemos los cinco sentidos en no equivocarnos, pero no pasarán.