¿Un plan Estratégico para Castro-Urdiales?

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MI CONTRIBUCION AL DEBATE,
(publicado en el Diario Montañés el miércoles 21 de octubre 2015
¿Un plan Estratégico para Castro-Urdiales?
En los circuitos de expertos especializados en la reflexión estratégica, el escepticismo va en aumento a causa de la utilización del cuerpo conceptual y metodológico de su profesión, por la inmensa mayoría de las instituciones, donde se viene observando que se sirven de lo más amable de ese ámbito del conocimiento, y dejan de lado lo que les incomoda. En esto hemos podido deparar estos días en Castro Urdiales donde se ha anunciado desde su ayuntamiento el emprendimiento, el próximo ejercicio presupuestario, de un plan estratégico de la ciudad. ¿Cabria razonablemente preguntarse para qué y de donde surge esa inquietud? ¿Basta avanzar, para llevarlo a cabo, los argumentos con poco esmero de la casta oportunidad del ordenanza?
Los planteamientos estratégicos vienen precedidos de un clima de religiosidad atinado de plegarias y salvas con el propósito de ponernos fuera del alcance de las incurias de los tiempos inciertos y la vanidad que acompaña esos proyectos, termina comunicando luego con la de los seguidores, para hacerse una sola, acicateado por un entusiasmo cordial, casi magnético, de dos vanidades conformes, que no siempre producen beneficio social tangible alguno, porque operan como un facinoroso salteador del espíritu que todo lo destiñe, al advertir nuestras acumuladas renuncias en una pasión sacrílega.
Pero nada más hasta el punto de oponernos a su realización. Solo decimos que andémonos con cuidado, dado el coste anunciado del compromiso. Si se emplea frase alguna para su defensa por rutina, a veces parece imposible que idea contraria prevalezca, y eso que más de un proyecto semejante, no muy distante de nosotros cerril y montaraz, se ha encenagado. Pero veamos.
Preciso es aclarar que cuando existen recursos escasos, y este momento es precisamente uno de ellos, es indispensable gestionarlos eficientemente, administrarlos de un modo transparente. Por ello quienes financian, administran y ejecutan programas públicos necesitan conocer de forma fiable, los efectos y la rentabilidad de sus acciones. ¿Cómo se puede discernir con claridad las perspectivas a 10 o 20 años vista, si tenemos dificultad para entender las dinámicas actuales? A esa cuestión hay que poder contestar sin rodeos. La realización de un plan estratégico se puede convertir en una de esas cuestiones que provocan, en sus defensores, mirar de frente a sus interlocutores, como quien ve lo que está pensando, y no lo que tiene precisamente delante.
La aparente cordialidad y la alegría expansiva con la que suelen ventilarse estas cuestiones, ahondan en lo inicuo, ocultando casi siempre un fondo de evasivas y de ambigüedad, cuyo asentimiento de común acuerdo, lo desluce aparentemente todo. El debate por otra parte inmóvil, como aspas de molino sin aire, suministra la solemnidad compasiva al cenáculo instigador cuando pretende separar, entre cuchufletas de discutible entendimiento, el grano de la paja y los extraños conciliábulos donde se celebran su lanzamiento, suelen ser momentos misericordiosos donde se suele sacar fuerzas de flaqueza.
Lo que hay de irreverente en el propósito que nos hemos fijado, insistimos, no quita interés a que la cuestión la tengamos siempre arrimada a la faltriquera, para ser debidamente tratada, cuando toque. Si un responsable publico advierte de la necesidad de salir del modelo de desarrollo de ciudad que ha conducido a Castro Urdiales a un impasse o sugiere cambiar el paradigma de desarrollo de su municipio apoyándose más en la sostenibilidad, aunque solo sea como hipótesis, ha de hacerlo. Pero no tendría interés, lo decimos rotundamente, poner en marcha un plan estratégico que no sea elaborado sobre la base de las aportaciones y con el respaldado por la inmensa mayoría de sus componentes sociales, políticos, culturales, económicos. Su elaboración debe conciliar bases solidas de acuerdo para emprender acciones garantizadas y a salvo de los cambios políticos, que una alternancia institucional de signo político opuesto no venga a neutralizar ya que no es un plan de gobierno distinto al de la Oposición. Eso es, hay que procurar durante su elaboración no tratar a esta última como lacayo de librea o mozo de cordel. La viabilidad de un plan estratégico se sustenta respetando ese esfuerzo y maña previos.
Sin querer prodigarnos ahora en demasía, sería decisivo para avanzar con garantías, alzar la evaluación de las políticas públicas como paso previo, a rango de eje estratégico diferenciado como tal, en el proceso estratégico emprendido más adelante. No en vano, la evaluación de las políticas públicas y la administración electrónica son pilares que harán de la acción pública en los próximos años, en un motín generalizado de la eficiencia, un espacio más racional, más eficiente y más cercano al ciudadano.
Ante la anunciada inminencia de un Plan Estratégico para Castro-Urdiales , no se trata por consiguiente de alegrarse sin saber porqué, al ver un sol esplendoroso en un cielo diáfano a desuso, barrido únicamente por un enjambre de frases hechas inveteradas, porque primero, todo era discutir creyendo a su lado con la mayoría dócil y dispuesta, para que al final, el texto almibarado resultante, de principal se sintiera pusilánime y eclipsado, de tal modo convertido en partiquino y agorero planteamiento.
José Luis Gómez Llanos. Sociólogo

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