PODEMOS, DESDE LA PERSPECTIVA CINICA.

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    PODEMOS, DESDE LA PERSPECTIVA CINICA.

    Publicado El Diario Vasco 8 de Abril 2015

    Los cínicos en la Antigua Grecia consideraban que para alcanzar la felicidad era indispensable gozar de la libertad, la autosuficiencia y el desapego. Los cínicos no estaban dispuestos a admitir que la felicidad dependiera de cuestiones ajenas a sí mismos, y se referían con ello tanto a la libertad de acción como a la libertad de expresión. Hoy recurro a este enfoque para contar lo que discurre con Podemos por considerar que hay una manera vulgarmente actual de ser cínicos que practican sus líderes que no tiene que ver con el origen del concepto noble, como es obvio.

    Pero ya sabemos que los espíritus simples ponen al servicio de sus bajas artes todo lo que pillan. Y tienen mucho donde escoger.

    Pero después de decir eso convendría detenerse para contribuir lo que la práctica de Podemos ayuda a definirles mejor como nuevo partido político basándonos en indicadores orientativos de la sociología política. Disciplina esta, que se fija mas en lo que se hace, que en lo que se dice que se va a hacer (los estatutos y programas de los partidos).
    Para la circunstancia estas problemáticas las hemos agrupado en 5 consideraciones.
    1.- Un líder carismático o hombre providencial ante las masas cuyo culto a la personalidad es el paso previo la extensión de un populismo propenso al totalitarismo en lactancia.

    2.- El llamamiento al pueblo (la gente) lanzado por un líder en la búsqueda del abandono subliminal de la función programática de los partidos políticos a favor de una dimensión afectiva de proximidad, con su figura caudillista como reclamo.

    3.- Una actitud anti-elitista basada en la valoración del pueblo en contra de la clase política institucionalizada y la denuncia de la distancia entre los gobernados y los gobernantes, siendo estos últimos considerados en su conjunto como corruptos y degenerados.

    4.- Un discurso que rechaza sin matices el cosmopolitismo y la economía mixta de mercado y de manera muy sutil empieza a hablar de patria, para el desencadenamiento de un movimiento de masas, cuya desesperación objetiva se quiere apropiar y manejar a su antojo.

    5.- La evocación de las virtudes innatas del pueblo, ingenuo o manipuladoras, que harían inútiles todas las mediaciones tradicionales, la de los partidos incluidos (principalmente se podría decir). Con uno, el elegido bastaría y en este caso evidentemente seria Podemos.
    Todos los totalitarismos, cuales sean sus diferencias teóricas o prácticas, se identifican por contener en su ideario la búsqueda providencial, todo poderosa y natural que conduce a un movimiento revolucionario repleto de optimismo y de energía “positivizante” a ultranza.

    Proceso imparable hacia una sociedad al fin de personas buenas, y de la que se tomado la precaución de ir eliminando metódicamente todos sus elementos impuros y corrompidos. Esas fechorías antes de extenderlas a la sociedad las experimentan en régimen interno como todo el mundo sabe.

    Podemos debería cuidarse mucho de no verse atrapado por esa tendencia interna a la conculcación de determinados derechos humanos esenciales. Los asuntos Monedero/ Errejon han sido la demostración palmaria de la superficialidad de algunos de los enunciados teóricos de ética, esas virtudes democráticas que acusa al resto de partidos de haber abandonado, pero que no cumple tampoco en casa.

    Sobre la teoría cínica, hemos dicho al principio que al origen de todo, estaba la libertad y la de expresión principalmente, que no era otra cosa que un rechazo de la polis y de la autoridad, porque iba directamente contra sus propias normas, asumiendo la posibilidad de recibir severos castigos, torturas e incluso el exilio. Hoy dos mil quinientos años después esta etapa clave en la historia del pensamiento filosófico, aquellos postulados cínicos pueden seguir abriéndonos perspectivas para diversificar los ángulos de análisis con los que escudriñamos el sentido de las cosas habitualmente.

    ¿Qué otra cosa les está ocurriendo a los disidentes en el seno de Podemos Cantabria? A esos cínicos, amantes de la libertad, el delirante Big Brother de Madrid al día siguiente de disipársele la narcótica de la indignación que le encumbró, los ha aniquilado. Hoy sus víctimas como ayer se conocen por nombres de esclavos y del destierro. Antistenes de Brun, Cratas de Benito, Diogenes de Mazorra y Onesicrita de Arenado todos ellos hoy herederos de aquellos que han sido amordazados sin paliativos. Esos otros cínicos, fementida canalla, una madruga azul de fría, los condujeron al exilio.

    Camino del destierro, se dice, que a los encadenados se les oía, en medio, de ladridos endiablados y del revoloteo de cuervos nada ingenuos, susurrar: “….hemos anidado a un traidor en nuestro seno, luego ya somos una organización reconocible”. Estos en un nuevo achaque de aventuras, persuadidos de su helénica legitimidad, avanzaban anhelando en sus corazones la suerte providencial agazapada al alba porque como dijo el genial Oscar Wilde, de sus detractores: “ los tontos nunca se reponen de un éxito".

    Pero, ¿y si la vocación del crítico consistiría, desde esa exigencia creativa que les define, en lugar de meter las manos hasta los codos en esto que llaman política, en generar su anticonformismo cínico, con furia y denuedo desde el exilio, más que otra cosa?
    “Deja que los perros ladren Sancho amigo, es señal que vamos pasando”, le recomendó el caballero andante de la Mancha.

    Hoy tras la pérdida de su respetabilidad, Podemos ya no tiene quien le escriba.

    José Luis Gómez Llanos, sociólogo y abogado.

Han asesinado a Wolinski

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«Han asesinado a Wolinski»

EL CORREO 05/02/15

JOSÉ LUIS GÓMEZ LLANOS, SOCIÓLOGO Y ABOGADO
Pocos días después de los crímenes yihadistas de París, la tentación de pedir que ‘Charlie Hebdo’ no prosiga por la senda provocadora de la sátira corrosiva del profeta coránico y sus seguidores es cada vez mayor. Ese planteamiento vendría a exigir al irreverente semanal que sacrifique esa forma de pitorrearse que le caracteriza en aras de calmar los espíritus y evitar más muertos. Algunos nos resistimos a hacerlo y he aquí las razones. Imaginémonos que movimientos radicales de feministas, que los hay y el no tener en su ideario la práctica de la violencia no significa que sus reivindicaciones e inquietudes sean menos pertinentes, decidiesen un día atacar las redacciones de las revistas pornográficas, machistas y sexistas donde las haya, para protestar y llamar la atención de la opinión pública por la persistencia de imágenes degradantes de la mujer. Cuando todos sabemos que esos mensajes ofensivos participan de un modo decisivo en que se sigan matando, violando y explotando vilmente a las mujeres con vertiginosa facilidad.
Podríamos proseguir legitimando del mismo modo a los defensores de la dignidad animal que ejecutasen toreros. O a los partidarios de una sanidad saludable si optasen por quemar farmacias hasta chamuscar a sus adobados boticarios dentro por abotargarnos de medicamentos peligrosos. O a los ecologistas explosionando centrales nucleares para castigar a los pobladores de esos territorios por permitir que sus ayuntamientos toleren tan peligrosos moradores.
¿Por qué esos sanguinarios de la fe, llámense Hezbolá, Hamás, Djadid, Al Qaida, Boko Haram, Estado Islámico, y muchos más ignorantes que andan por los cinco continentes encharcando todo lo que pisan de sangre humana, han de beneficiarse de derogación alguna para impedir ser sometidos a la criba de la opinión pública, para no pasar a través de la malla de la crítica satírica? En Occidente tenemos que renunciar a someter los contenidos prácticos del ejercicio efectivo de nuestros derechos y libertades a la negociación con quienes no comparten los valores fundacionales de nuestras sociedades democráticas. Los derechos y libertades no se defienden según consideraciones y contingencias sobre las necesidades de la sociedad. Las libertades son innegociables porque son consustanciales a nuestro sistema democrático, aunque el islamismo radical no lo entienda.
Por lo tanto, ya basta de dar cobijo sin suficientes garantías a esos musulmanes ilustrados que predican en las mezquitas el doble lenguaje, exaltando los versos ‘revelados’ por Mahoma en La Meca que entonces propugnaba un islam pacifico, de amor y de misericordia, al mismo tiempo que omiten (seguramente para no tener que censurarlos expresamente, pero que para los yihadistas no pasan desapercibidos) explayar los versos de ese mismo profeta en Medina tiempos después, de carácter inconfundiblemente guerreros, violentos al extremo que invitan descaradamente a matar a los infieles.
El islam es la única religión monoteísta que no ha hecho aún sus deberes. Ese mundo tiene pendiente forjar una teología islámica que, sin renunciar al espíritu de su fe, produzca un modelo alternativo y convincente que sea capar de barrer delante de su casa el yihadismo fascista que aflora por todos sus poros y que les hace bascular con demasiada facilidad hacia interpretaciones violentas de sus textos sagrados. Para ello recurren al empleo de un lenguaje empobrecido, reducido a la más elemental expresión, vestido de un ‘prêt-à-porter’ interpretativo que da nula cuenta de los complejos problemas de nuestro tiempo, con los que el mundo islámico tarde o temprano tendrá que enfrentarse; como son, sin ir más lejos, las relaciones entre el hombre y la mujer. El Corán, hay que afirmarlo sin miedo, puede contener la semilla de la destrucción, del crimen y de la exclusión si éstos no se combaten por parte de la propia comunidad musulmana.
A Georges Wolinski, un día frío, triste y preñado de desesperación, le sacamos de paseo por última vez camino del cementerio de Père Lachaise con intensa alegría, compasión y pena a la vez, imaginándonos lo que ese coloso del humor sintió ante la eminencia de su bestial desaparición.
Le despedimos un día plomizo con la rabia culpable por no haber estado junto a él para plantar cara a sus verdugos, en ese preciso momento. Con el jazz de Miles Davis y un simple ramo de anémonas junto a su último dibujo al viento posado en su caballete (como la bandera en la punta del mástil de un barco pirata), le rememoramos como en esos años posteriores a aquel mes de mayo, años durante los cuales tanto nos hizo reír. Y eso que lo que ocurrió en el 68 no siempre tenía gracia. Con cada uno de sus dibujos, nos recordaba incansablemente una y otra vez que, la irrespetuosidad intrépida es la mejor garantía de que nuestras mentes no están colonizadas, de que la ironía, el humor, la sátira, el sarcasmo son armas al servicio de la libertad contra los tiranos, la mezquindad y la estupidez.
Ante el hoyo que acogieron sus cenizas, a modo de oración fúnebre, el «ils ont tué Jaures!», que precedió el desencadenamiento de la Primera Guerra Mundial, se metamorfoseó en nuestras mentes en un «han asesinado a Wolinski» sobrecogedor. Llanto premonitorio de esa otra guerra total y pérfida que el islamismo antisemita, intolerante y brutal ha declarado a nivel mundial, a la democracia y a sus valores. Georges era un dibujante de prensa mítico, influyente en varias generaciones, que seguía practicando su maravillosa actividad cumplidos ya los 80 años. Con su ‘Je ne pense qu’a ça’, su obra maestra, hace cinco décadas esculpió en nuestras mejillas de adolescentes ingenuos e inconformistas un pliego de rostro sarcástico, de eterna inocencia, que algunos llevamos aún encima.
Hoy ya sabemos que sus asesinos, ellos, solo piensan en devastar

El totalitarismo de Podemos.

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El totalitarismo de Podemos

EL CORREO 06/03/15
JOSÉ LUIS GÓMEZ LLANOS, SOCIÓLOGO Y ABOGADO

Qué tiene que ver Podemos con el totalitarismo?, se pregunta el catedrático emérito de la UPV Pedro Ibarra en su artículo del 16 de febrero en EL CORREO. En él pretende demostrar que ese epíteto no es de recibo con el partido de Pablo Iglesias. A mi modo de ver solo lo consigue en parte, ya que como buen ‘politista’ que es sitúa con la picardía sincera que le caracteriza el debate en un terreno donde le resulta más cómoda la demostración, dando cuenta por lo tanto únicamente de un aspecto ciertamente importante de la problemática. Pero no del más importante.
Extraño destino de todos modos el del concepto de totalitarismo por haberse convertido en tan poco tiempo en ineludible e inutilizable a la vez. Inevitable para la teoría política, que sigue demasiado ocupada por las definiciones tipológicas de las estructuras del Estado y del poder sin fijarse con el mismo esmero en las maneras efectivas de su ejercicio real. Y concepto inutilizable al mismo tiempo por su denotado uso de demonización y catalogación recurrente de situaciones sin parangón evidentes entre ellas.
Cierto es que a menudo se maneja indiscriminadamente ese concepto como se hace con el de populismo, caudillismo, antidemocrático y la lista podría alargarse. El de totalitarismo, sin embargo, aspira a ser el neologismo político por antonomasia más descalificador en una escala cuya claridad de lo que se pretende trasladar no es siempre lo que más destaca. La aceptación/asimilación del concepto de totalitarismo y la normalización de su utilización explicativa pone sobre la mesa el cuestionamiento a la narrativa de la izquierda respecto a su propia historia. Y ese es el quid de la cuestión.
No olvidemos que el término totalitarismo se abre camino para equiparar los orígenes del horror nazi con el comunista durante el periodo más cruel de nuestra dictadura patria (años 40/50), lejos de nosotros y de la mano de los trabajos de Hannah Arendt, Primo Levi, Claude Lefort, Raymond Aron entre otros, sin que esas inquietudes hicieran mucha mella en los pensadores de la izquierda española, centrados en guiar la lucha antifranquista. Entonces, la condena del totalitarismo comunista, ‘el fin de esa ilusión’ (François Furet), no despertó demasiados entusiasmos en España del lado de los partidos de la izquierda salvo honrosas excepciones. Fue como si el eslabón español que nos pudo mantener sintonizados con esa reflexión esencial cediese al no aguantar esa puesta al día antitotalitaria sin complacencias que llegaba desde Europa tras la Segunda Guerra Mundial.
Podemos ha podido engullir ese fallido ‘aggiornamento’ ideológico de la izquierda con un ardor de neófito, al calor de un panorama político nacional en ruinas, donde nadie es capaz de alzarse con una alternativa creíble ante la crisis tenaz de la representación política y el desacreditado y corrupto sistema bipartidista en el que se disuelve el país. El asalto al poder Podemos lo emprende cabalgando con un desparpajo conmovedor y marginalizando a una izquierda española atomizada y quebrada, ideológicamente desorientada, moralmente desarmada.
Hoy una ola de movimientos de inspiración totalitaria en distintos grados y signos recorre el mundo sembrando turbulencia y conmoción en el seno de las sociedades contemporáneas. Ese ‘deseo de revolución’ (Foucault), ese entusiasmo por poner patas arriba a la sociedad (en nombre de los de abajo), esa voluntad por salir del sistema que propugna sin complejos Podemos, y en eso todas las ideologías extremas convergen, es donde se encuba hoy la transgresión totalitaria de mañana.
Los ‘lendemains qui chantent’, que tantas esperanzas concitaron en militantes sinceros culminaron, que no se nos olvide nunca, con la profanación de las libertades en campo abierto de la mano de peores episodios del horror a lo largo del siglo XX
Hoy cuando se aborda la defensa de la democracia participativa, es de temer que en Podemos se esté haciendo no en tanto que procedimiento cabal, sino para culminar en un Estado social acabado (democracia popular, proletaria, o escenarios análogos), y que el artefacto pase a convertirse, de una operación supuestamente de mejora de la representación política, en el debilitamiento de la democracia a secas.
Queda por ver si alguna de esas medidas de empoderamiento social que preconiza Podemos son de aplicación, con artes distintas a las de la imposición forzosa. Las experiencias concretas analizadas en el informe Bacqué/Mechmache encargado por el Gobierno francés nos invitan a ser cautelosos respecto a las virtudes democráticas reales de esas experiencias participativas. Dicho de otro modo, un ‘powertment’ con raíces en la idiosincrasia social española está aún por ver la luz como experiencia significativa de la que podríamos inspirarnos. La democracia ‘desde abajo’ desplegada para la elección de su aparato directivo/organizativo, a la vez que se encorsetaba la libertad de expresión en su seno en nombre de la eficacia, no ha sido muy convincente tampoco, como manera distinta de hacer política. Sobre las explicaciones que propone el profesor Ibarra, para dilucidar si Podemos es totalitario, para lo que hay en juego, escudriñar únicamente entre los papeles fundacionales de este nuevo partido ya no basta. Como también se debería admitir que para ser un partido nuevo sus vicios, los de siempre, han aparecido a la vista y a escala en un tiempo récord.

Una política cultural tridimensional

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http://www.diariovasco.com/v/20120227/opinion/articulos-opinion/politica-cultural-tridimensional-20120227.html

La política cultural como acción pública específica guiada por un raciocinio gestor visible puede darse ya por desaparecida

27.02.12 - 03:33 -

Un informe necesario y bajo sospecha

17:52 0 Comentarios A+ a-

El autor propone que se den a conocer a la opinión pública los datos metodológicos empleados para elaborar los informes «con idéntico celo al que movilizamos para dar a conocer los resultados»

12.12.11 - 02:01 -